El consumo de madera ayuda al medio ambiente*

Luis Felipe Vega Monge, Presidente ONF

Dejar de consumir productos de madera frena el desarrollo social y económico de regiones.

Estéticamente hermosa, aislante térmica, antisísmica, duradera. La madera es uno de los materiales más preciados con que cuenta el ser humano. Ha estado presente a lo largo de su historia, le ha dado techo, abrigo y sustento.

Sin embargo, su uso y consumo poco a poco está siendo desplazado por nuevos materiales –hoy solamente el 10% de las viviendas son de madera– así como por el desconocimiento generalizado sobre la existencia de plantaciones forestales sostenibles y reguladas que, además de aportar el 74% de la madera producida en el país, generan riqueza y proveen de múltiples beneficios ambientales en el corto, mediano y largo plazo.

En Costa Rica existe un sector forestal comprometido con el ambiente y el desarrollo sostenible, que genera beneficios económicos al país por más de $257 millones y más de 18.000 empleos al año, principalmente en zonas rurales.

Estudios internacionales han demostrado que el cultivo de especies forestales y el consumo de productos de madera es una de las principales fuentes de captura y almacenamiento de dióxido de carbono (CO2) y su costo es relativamente bajo. Como promedio, un árbol absorbe, a través de la fotosíntesis, el equivalente a una tonelada de CO2 por cada metro cúbico de madera, al mismo tiempo que produce el equivalente a 0,7 toneladas de oxígeno.

Cada metro cúbico de madera usado como sustituto de otros materiales de la construcción reduce las emisiones de CO2 a la atmósfera en unas 1,1 toneladas. Si añadimos esto a la tonelada almacenada en la madera, cada metro cúbico ahorra un total de 2,1 toneladas de CO2. Por ejemplo, la construcción de un edificio utilizando unos 360 metros cúbicos de tableros de madera secuestra 300 toneladas de C02. Si este edificio se construye con hormigón o acero, generaría 720 toneladas del CO2.

Bajo consumo de energía. La obtención y procesamiento de la madera consume muy poca energía, en comparación con otros materiales. Mientras que la producción de una tonelada de madera demanda 580 kw/h, la de aluminio implica 126 veces más; la de acero, 26 veces más; la de vidrio, 14 veces más, y la de cemento, 6 veces más. Otra de las ventajas que posee este material es que logra almacenar el CO2 capturado a lo largo de su vida útil. Es decir, una hermosa banca de madera decorando el corredor de una casa sigue siendo un pulmón universal.

La Ley Forestal 7575 contempla una serie de prohibiciones, con sus respectivas acciones sancionables y punibles, para castigar cualquier acción humana que vaya contra las regulaciones legales de conservación, protección y uso sostenible del recurso forestal.

Como miembro de ese sector forestal organizado es mi responsabilidad hacer un llamado a las autoridades para que aseguren y favorezcan la procedencia legal de la materia prima que se utiliza y comercializa en el país, pero, además, este llamado también es para los consumidores finales.

Dejar de consumir productos de madera frena el desarrollo social y económico de muchas regiones de nuestro país, aumenta la pobreza y el desempleo e implica la reducción considerable de fuentes de captura y almacenamiento de CO2.

El sector cuenta con tecnología y conocimiento necesarios para el cultivo de madera de plantaciones y el manejo sostenible de los bosques; además, posee un talento humano de altísimo nivel para convertir la madera en productos finales de gran calidad, verdaderas obras de arte.

El siguiente paso de esta cadena de valor depende de la población y consiste en consumir la madera nacional de fuente legal y sostenible, llevarla a sus hogares, apropiarse de su belleza y calidez para convertir el entorno que le rodea en un espacio vivo.

* Publicado en Opinión del periódico La Nación del 17 de setiembre del 2010.