Thelmo Vargas, Economista
Los biocombustibles (por ej., el etanol) son productos renovables, a diferencia del petróleo, que no lo es, y por eso a ellos debería recurrirse como la principal fuente de energía en el futuro. Con esto en mente, países como los Estados Unidos y Brasil han decretado leyes para forzar a utilizar crecientemente fuentes de energía renovable y han dado subsidios para su producción. Hasta hace un tiempo, los biocombustibles fueron los héroes de la película. Sin embargo, para muchos ya no lo son.
La economía de los biocombustibles debe considerar su eficacia –vis a vis las fuentes no renovables como son el petróleo, el gas natural y el carbón– como fuente de energía y como contaminantes. Además, recientemente se ha agregado otra (importantísima) variable a la ecuación: el grado en que el uso de granos en la producción de combustible compite con su uso en el consumo humano.
En el tanque o en la mesa. Expertos afirman que los granos que se requieren para producir el combustible que llena una vez el tanque de un vehículo 4x4 equivalen al consumo de granos de una persona durante un año. La pregunta clásica “ to be or not to be ” es ahora “granos en el tanque o en la mesa”.
La notable elevación en el precio de algunos granos básicos, en parte causada por su potencial uso como combustibles, ha comenzado a generar protestas en muchos países. Pronto podría generar hambrunas. El propio director del Fondo Monetario Internacional ha afirmado que los biocombustibles “presentan un problema moral”. Voceros de las Naciones Unidas consideran su producción “un crimen contra la humanidad”.
La comparación de los combustibles renovables con los no renovables como fuente de energía es sencilla. En general, un galón de biocombustibles no produce la misma energía que, por ejemplo, uno de gasolina. Pero, si su precio es suficientemente más bajo, podría competir con ella. En lo relativo a contaminación, el maíz, producido por los métodos actuales, resulta casi tan contaminante como el petróleo (por el uso de fertilizantes, tractores, etc.). El etanol que se obtiene de la caña de azúcar aparentemente es mejor en este sentido y un tipo de zacate conocido como switchgrass , todavía más.
Problema complejo. Pero el problema más grande que los biocombustibles presentan es de naturaleza indirecta : si se quiere mantener inalterada la producción de caña y granos para el consumo humano, el uso de tierras para producir biocombustibles necesariamente ha de desplazar otras dedicadas a la ganadería y, finalmente, área boscosa.
Cuando esto ocurre, el costo ambiental se eleva enormemente, pues la deforestación es muy contaminante. La creciente deforestación en la Amazonia y en Indonesia, para citar solo dos casos, alarma a la humanidad.
Pero, para complicar más el problema, a lo anterior se suma el enriquecimiento de la China y de la India (dos países cuya población cuenta con, aproximadamente, dos quintas partes de la del orbe), que apareja una mayor demanda de combustibles, vegetales, granos, carne y leche, entre otros. La necesidad de ampliar la actividad ganadera tiene otra implicación ambiental que, estoy seguro, pocos conocían: las vacas comen pasto, que fermentan en sus estómagos, lo cual produce gas que ellas deben expulsar de alguna manera: normalmente mediante eructos y pedos. Ese gas, metano, en pequeñas cantidades es bueno, pues permite a la Tierra retener calor, pero en cantidades grandes contribuye al sobrecalentamiento. ¡Daisy, la linda vaca suiza que ríe, y sus hermanas y hermanos son responsables de una parte importante del calentamiento global!
Por eso, a la humanidad no le queda otra que controlar las fuentes de consumo de energía (por ej., sacando de la circulación todos los vehículos de más de 20 años y bajando los impuestos a vehículos nuevos que ahorren; agilizando los cobros de peajes; sustituyendo energía térmica por energía hidroeléctrica y eólica), adoptar métodos que incrementen la productividad del maíz, soya, caña, etc. (que se produzca más en la misma área) y pagar a los dueños de bosques por la erosión evitada y por los servicios ambientales que ellos ofrecen. Aunque todavía no está muy desarrollado, el pago por el “secuestro” de carbono es uno de esos mecanismos.
Aun cuando no logre cambiar el metabolismo de las vacas y ovejas, el sistema de mercado tiene mucho que ofrecer a la solución del problema energético y del calentamiento global.
Artículo y fotografía publicados en La Nación el 24 de abril, 2008
Página quince, Opinión. |